“¡¡Fraiscu, Fraiscu, Fraiscu, Fraiscu!!” gritaba la chavalería de Bilbo al ver aparecer este peculiar personaje,
caracterizado siempre por una portentosa y distinguida nariz. Vestido con ropas tradicionales, txapela y pipa,
pretende representar el ámbito rural, cencerro incluido. Este ser atolondrado y divertido recorre las calles y las
inunda literalmente de color, arrojando confeti por doquier.